La mayoría puede aguantar la respiración bajo el agua durante unos cuantos segundos; algunos, durante unos pocos minutos.
Si aguantas la respiración y sumerges la cara en una bañera llena de agua, tu cuerpo automáticamente activa lo de se conoce como reflejo de inmersión. Pero, en las islas Joló y en la península de Zamboaga, en Filipinas, existe una curiosa tribu conocida como los Bajau: los nómadas del mar.
Este increíble grupo de personas llevan el buceo libre al extremo. Son capaces de sumergirse durante 13 minutos a 60 metros de profundidad. Una capacidad que llamó la atención de Melissa Llardo, investigadora del Centro de Geogenética de la Universidad de Copenhague, Dinamarca. Llardo lideró un estudio sobre el tema y los cambios en su anatomía que les permiten llevar a cabo tales proezas.
En un viaje a Tailandia, oyó hablar de los nómadas del mar y se quedó impresionada por las legendarias habilidades de este pueblo asombroso que habita en Filipinas, Indonesia y Malasia.
“Quería conocer la comunidad cuando estuve en Indonesia. No solo aparecer con instrumental científico y desaparecer. En la segunda visita llevé una máquina de ultrasonidos portátil y material para la recolección de saliva. Fuimos a varias casas y sacamos imágenes de sus bazos”, aseguró la especialista.
Están los Sama Lipid, que viven en la costa; los Sama Darat, de tierra firme, y los Sama Dilaut, pobladores de las aguas. Lo más sorprendente de estos últimos es la forma cómo ha mutado su cuerpo.
Construyen sus casas sobre el agua, al estilo de los palafitos ubicados en el Estado Zulia, en Venezuela. Estas, llamadas lepa, les proporcionan un modo de vida diferente al nuestro. Están adaptados a las necesidades que en el mar se requieren.
La doctora danesa descubrió que, su bazo, órgano regulador de la cantidad de sangre y oxígeno en el cuerpo, no es igual al del resto de los mortales. Concluyó que esto podría ser lo que origina su capacidad sobrehumana para permanecer debajo del agua durante tanto tiempo y a tanta profundidad.
“Si ocurre algo a nivel genético, debería haber un bazo de un tamaño determinado. Aquí vemos esta gran diferencia”, dijo la doctora Melissa Llardo. Ella tiene la teoría de que, con el paso del tiempo, la selección natural habría ayudado a que los bajau, que llevan miles de años viviendo en la región, desarrollaran esta ventaja genética. Por ello, se centraron en dos genes importantes: el PDE10A y FAM178B.
El primero se relaciona con el control de la tiroides y sus funciones. Por otro lado, el gen FAM178B influye en el nivel de dióxido de carbono en la sangre. En el caso de los bajau, este gen deriva de un homínido que habitó la Tierra hace 1 millón y 40 mil años atrás.
Por su parte, Cynthia Beall, antropóloga de la Universidad de Case Western Reserve, en Cleveland, Ohio, EE.UU., afirma que el estudio de Llardo es un hallazgo muy importante para la ciencia.
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