El 4 de marzo, Michael Flor, de 71 años de edad, ingresó en el centro médico Swedish Issaquah, en Seattle (EE.
UU.) por Covid-19. Dos meses más tarde, el día 5 de mayo, el hombre recibió el alta y ahora, se ha llevado una gran sorpresa: debe abonar más de un millón de dólares por los cuidados recibidos, durante su estadía en la clínica.
Durante esos dos meses de hospitalización, el estadounidense estuvo a punto de morir, hasta el punto que el personal sanitario llamó a su familia para que se despidieran de él. El hospital le reclama una cantidad de 1.121.501,04 dólares, según la prensa local.
En la factura, de 180 páginas, se detalla que la habitación de la UCI en la que estuvo costaba 9.735 dólares diarios; que debe 409.000 dólares por la transformación en habitación esterilizada por ser enfermo de Covid-19; que tiene que pagar 82.000 dólares por el uso de un respirador artificial durante 29 días y que los cuidados “de última oportunidad” cuando su vida estuvo en grave peligro tienen un coste de 100.000 dólares.
Michael es beneficiario del Medicare, la cobertura sanitaria de las personas mayores. Además, no debería pagar esa suma de dinero, porque se aprobó un plan de ayuda a la economía estadounidense para indemnizar a los hospitales y a las aseguradoras privadas que hayan tratado pacientes con COVID-19.
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