En ocasiones, vemos una pequeña concha de rara forma, sin poder resistirnos a recogerla y llevárnosla a casa como un objeto de colección.
Son muchos los tesoros que alberga el mar, que son arrastrados a la orilla por el vaivén de las olas. Esto fue lo que les sucedió a Jodie Crews, de 39 años, y a su hija Isabella, de 9, quienes se sorprendieron al toparse con una curiosa forma rocosa en la orilla de la playa de Deal, Reino Unido.
La madre y su hija creían que podría tratarse de un fósil por descubrir, por lo que, emocionadas, no dudaron en llevárselo consigo para colocarlo como un adorno en la mesa principal de la sala de su casa.
Ilusionada con el hallazgo, Jodie publicó una serie de fotografías del objeto en distintos foros de arqueología especializados en fósiles. Finalmente, obtuvo las respuestas que buscaba acerca del origen del misterioso caracol, pero no precisamente de parte de los facultados en el tema.
Curiosa por descubrir el origen del objeto, Jodie lo empujó con un alfiler y vio salir humo de ella. Lo que jamás se imaginó es que, realmente, no se trataba de un fósil marino o un hueso de dinosaurio.
Era una granada que databa de la Segunda Guerra Mundial y que, cuando fue colocada encima del fregadero estalló. Jodie dejó la granada en la cocina y salió corriendo justo antes de la explosión. Por suerte, nadie resultó herido.
El susto fue increíble, ya que la imprevista explosión podría haberlas matado. Tras intentar controlar el fuego con una toalla húmeda sin resultado, lo único que se le ocurrió fue salir corriendo y salvar a su hija, a sus mascotas y a la casa. La explosión de la vieja granada no fue instantánea, lo que dio tiempo a todos de salvarse.
“Se convirtió en una bola de fuego. Mi hija comenzó a llorar y salió corriendo por la puerta trasera. Yo tomé la granada y la tiré en el fregadero. Intentamos sobrevivir”, dijo Jodie.
Los vecinos, alarmados por los gritos y la ruidosa explosión, llamaron a los bomberos. Estos se presentaron en el sitio y lograron sofocar el pavoroso incendio. Por suerte, el artefacto explosivo terminó por apagarse, aunque generó que algunas de las ventanas de la cocina se hicieran añicos.
El riesgo que corrieron ambas ha hecho a la madre replantearse el regalo de Navidad para Isabella, ya que la niña le ha estado insistiendo desde hace meses sobre su deseo de un detector de metales.
“Después de lo ocurrido, creo que estará mejor con una Nintendo Switch”, bromeó Jodie. Esta madre y su hija difícilmente podrán olvidar este episodio que, sin querer, pudo haberse convertido en una tragedia.
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