La pandemia nos ha cambiado la vida.
Un joven piloto tuvo que olvidarse de surcar el cielo, para dedicarse a ser repartidor de comida a domicilio como forma de sustento. Roman Savin es un chico de 23 años de edad que vivía su sueño de ser piloto, acumulando 100 horas de vuelo mensuales. Pero el virus terminó afectando su trabajo y en todo el 2020 solo pudo acumular un total de 140 horas entre las nubes.
Roman, quien es residente de Lituania, debía encontrar una solución para cubrir sus gastos. Decidió repartir su tiempo entre ser repartidor de alimentos y trabajar medio tiempo como agente de ventas de un establecimiento de repuestos para aviación.
Roman disfruta poder ser repartidor de comida, ya que al no tener ningún contrato firmado de por medio, tiene la posibilidad de volar de vez cuando sin dificultades de horario. “He trabajado como piloto durante los últimos 3 años. La pandemia ha llevado a la industria de la aviación a mínimos históricos”, contó el chico en sus redes sociales.
Con dos fotos en un ascensor, el joven mostró cómo cambió su vida.
Pese a las dificultades, la aerolínea para la que trabaja este chico se mantiene realizando ciertos viajes no comerciales durante el mes. Roman espera ansioso la oportunidad de sentarse, aunque sea por breves horas, en la cabina y poder volver un instante a lo que es su verdadera pasión.
“Echo de menos varias cosas. Esto es especialmente cierto sobre los viajes. Y, por supuesto, también las oportunidades de vivir en un hotel, ver el mundo y divertirse con amigos”, comentó el joven.
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