Leonarda Cianciulli, “la jabonera de Correggio”, fue la asesina serial más temida de Italia.
Siempre creyó que una maldición que le echó su madre arruinaba su vida. Y asesinar a estas mujeres y transformarlas en jabón y tortas para la hora del té fue su venganza.
Entre 1939 y 1940, al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, le quitó la vida a tres amigas; luego con sus cuerpos hizo jabón y con su sangre, tortas para la hora del té. Conocida como “la jabonera de Correggio”, Leonarda traspasó con crueldad y cinismo ese límite que no se puede cruzar en ninguna amistad, ese que marcan la traición y la muerte.
Leonarda era muy supersticiosa y, se autoconvenció de que la clave para proteger a su hijo mientras el joven luchaba en la guerra era sacrificar mujeres.point 231 |
Y fue ahí, en su negocio, en ese en el que vendía jabones y asistía a sus vecinas tirándoles las cartas y prediciendo el futuro ella también, donde inició su macabro plan.point 146 | Las tres víctimas fueron elegidas con mucho cuidado y precisión.point 203 |
Cada una de ellas había acudido al consejo de Leonarda por un motivo específico y diferente.point 79 | 1
El modus operandi fue el mismo: las invitaba a tomar vino (al que le añadía somníferos) y una vez que se dormían las asesinaba de un hachazo. Después, descuartizaba los cuerpos, los desangraba y utilizaba cada parte para hacer jabones y tortas dulces que, de forma siniestra, compartía con otras vecinas a las que invitaba a tomar el té.
La primera mujer, Faustina Setti, era una vecina soltera que buscaba marido. Ese fue el motivo de la consulta con Leonarda, quien le aseguró que ya le había encontrado un hombre perfecto para ella en otro pueblo, pero que no se lo podía comentar a nadie. Además, le dijo que escribiera cartas para su familia explicando que se había ido y que no la buscaran.
Francesca Soavi, la segunda víctima, la consultó porque necesitaba un trabajo. Lo que ocurrió fue similar: le dijo que había un puesto como docente en otra ciudad y que escribiera las cartas de despedida. Virginia Cacioppo, la tercera y última víctima, también recibió la misma promesa de un trabajo que le permitiera escapar de su rutinaria vida. En este caso, le prometió ser secretaria de un empresario florentino. También terminó en una olla.
No obstante, quiso el destino que la cuñada de Cacioppo de inmediato notara su ausencia y le avisara a la policía que la había visto entrar en el local de Leonarda para jamás salir de allí. Cuando los agentes llegaron a su casa, encontraron todas las evidencias de sus crímenes en el lugar. En 1946, Leonarda Cianciulli fue condenada a 30 años de prisión. Falleció en prisión el 15 de octubre de 1970 a causa de una hemorragia cerebral. La maldición se había cumplido.
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