La mayoría de la gente ha soñado en algún momento de la vida en viajar por el espacio y poder ver la Tierra desde lejos de una nave mientras se acerca a las estrellas.
La idea de contemplar el universo es muy tentadora y poética, pero debes saber que la vida allá arriba no es un mar de rosas.
Pérdida de músculo, masa ósea y envejecimiento precoz
La microgravidad espacial causa envejecimiento prematuro en los astronautas: su piel envejece rápidamente, volviéndose más seca, además de más propensa a la picazón. También, sus músculos y huesos se vuelven más débiles.
La buena noticia es que los efectos del viaje espacial pueden ser parcialmente revertidos después de que ellos vuelvan a la Tierra y pasan a practicar actividades físicas y a alimentarse adecuadamente.
Envenenamiento por dióxido de carbono
Mientras que la concentración de CO2 es de aproximadamente 0,3 mm Hg en la Tierra, puede llegar a 6 mm Hg en la estación espacial. Cuando se enfrentan a una concentración tan alta en comparación a la que están acostumbrados, los astronautas experimentan dolores de cabeza, irritación y dificultades de sueño.
Además, cuando están en misión, el CO2 exhalado por los astronautas no se dispersa en el aire como sucede aquí en la Tierra. Sino que forma una nube tóxica por encima de sus cabezas. Es por eso que la ISS tiene ventiladores especiales a bordo para dispersar esas nubes, a fin de reducir la concentración de CO2.
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Fuente: Listverse