El sistema judicial en varios países deja mucho de qué hablar.
Para los magistrados la palabra justicia pareciera que no entra en su vocabulario, en especial cuando personas inocentes tienen que pagar con cárcel por la razón más injusta.
Walter Forbes es un hombre afroamericano que cuando tenía 25 años, un hijo, y el sueño de estudiar una carrera, todo se volvió en una oscura pesadilla de la que sólo quería despertar. Fue enviado a prisión por la supuesta muerte de un hombre de la que era inocente.
En 1982, detuvo una pelea en un bar de Michigan. Una de las personas involucradas en la disputa era Dennis Hall, quien a la mañana siguiente lo buscó para dispararlo, aunque no fue letal. Un mes después, Hall falleció en un incendio del edificio en el que vivía, que parecía haber sido provocado. Como era de suponer, el primer sospechoso fue Forbes.
Forbes dijo que se enteró de la muerte de Hall mientras escuchaba un programa de radio. “De alguna forma van a intentar enmarcarme en esto. Ese pensamiento pasó por mi mente”, dijo el inocente convicto a los medios.
Injustamente, no se equivocaba. Fue así que tres meses después del incidente, una mujer llamada Annice Kennebrew (que en ese entonces tenía 19 años y dos hijos), declaró bajo juramento haber visto a 3 sujetos, incluido Forbes, incendiando el departamento de la víctima.
Su relato difería de lo que encontraron los investigadores. Ella describió que los culpables vertieron gasolina en el exterior del edificio, pero los investigadores encontraron carbonización y evidencia de aceleradores solo en el interior.
Un hombre testificó que David Jones, propietario del edificio, había admitido haber planeado el incendio para cobrar un seguro. Pero esa pista se consideró inadmisible en ese momento, según el abogado actual de Forbes, Imran Syed. Ya en la cárcel, Forbes seguía manteniendo su inocencia, mientras esperaba que un milagro sucediera y se conociera la verdad.
Fue así que en 2010 en Michigan Innocence Clinic, una clínica dirigida por abogados y estudiantes de la Universidad de Michigan, quedaron impactados por su caso, en el que un solo testigo había sido suficiente para condenar a un hombre por asesinato. Y decidieron intervenir.
“Había dos cosas que queríamos: hablar con la testigo y ver cuál era su historia. Además, sabíamos que hubo un sospechoso alternativo desde el principio en este caso”, dijo su abogado. Así que en 2017, 34 años después del juicio, Kennebrew cambió su versión y admitió que su testimonio “fue una completa fabricación”.
“Dos lugareños del barrio me abordaron y me amenazaron con matar a mis hijos, padres, hermanos y a mí si no me reportaba a la policía y testificaba en el juicio que vi a Walter y a los otros dos hombres prendiendo fuego”, dijo la mujer en una declaración jurada de 2017. “Todo lo que le dije a la policía y en el juicio fue una invención. Hasta donde yo sé, Walter no tuvo nada que ver en esto”.
El presunto culpable, David Jones, jamás fue imputado por el incendio provocado. Pero en noviembre de 2020, tras una nueva declaración de la testigo, un juez decidió anular la sentencia de Forbes. Tras 38 años de la prisión más injusta, ya con 63 años de edad, al fin es un hombre libre.
“No es un caso de ADN. No es un caso de ciencia forense. Es bastante sencillo”, dijo el abogado sobre el caso de su cliente. “Es triste que hayan tardado 38 años”. En lo que respecta a Annice Kennebrew, el plazo de prescripción por perjurio es de 6 años, por lo que no enfrenta cargos en el caso.
Ahora Forbes dice que ya perdonó al sistema y a los culpables, quiere recuperar el tiempo perdido y está planeando un viaje para ver a su madre de 94 años. Cuando le preguntaron cuál fue su mejor momento tras ser liberado, dijo: “Ver a mi familia por primera vez. Fue uno de esos momentos en los que todo lo que puedes hacer es sonreír”.
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