Laura, de 32 años, esperaba con ilusión a su bebé, se llamaría Lucas, pero un trágico incidente impidió que pudiera recibirlo entre sus brazos.
Cuando tenía 39 semanas de gestación, durante la mañana del 23 de noviembre en el centro de salud del distrito de Ciudad Lineal para hacer un seguimiento del embrión. El proceso se prolongó durante más de una hora, el diagnóstico reveló un registro fetal sin ascensos. Desde el hospital le ofrecieron iniciar los preparativos del parto ante esos indicios nada alentadores.
La paciente pidió el alta voluntaria porque esa tarde visitaría a su ginecólogo de confianza, un médico que trabajaba en un hospital privado y que estaba enfermo de cáncer afectado por el tratamiento que recibía. De acuerdo con los controles realizados en fechas previas el embarazo de la paciente que quería buscar una segunda opinión se desarrollaba sin complicaciones.
Luego de realizar otra exploración, los médicos del hospital privado acordaron retrasar la intervención quirúrgica de la paciente. Programaron una cesárea para la mañana siguiente. La unidad de Urgencias consideró que la situación del feto era normal tras comprobar que se mantenía con vida, así que dieron continuidad al plan que tenían previsto.
Horas después, el 24 de noviembre, la ecografía anterior al parto reveló que se había cumplido el peor de los pronósticos: el feto varón había fallecido. El asegurador del Hospital HM Nuevo Belén fue condenado a pagar 64.405 euros como indemnización a la paciente.
El Juzgado de Primera Instancia número 45 de Madrid condenó al asegurador del Hospital HM Nuevo Belén a pagarle el citado monto a la mujer que perdió a su hijo luego de que en el centro de salud decidieran retrasar el parto por cesárea de la madre a pesar del estado crítico del feto.
La juez consideró en la sentencia que el hospital desasistió a la mujer de 32 años en período de gestación desde el 28 de febrero de 2016. Impuso la indemnización a la compañía aseguradora W.R Berkeley España. La resolución resalta que el acto de negligencia causó que la madre necesitara iniciar un tratamiento psiquiátrico, mientras que el padre que estuvo de baja laboral necesita tomar antidepresivos.
Los padres solicitaron en la demanda una indemnización de 179.405 euros por daños y perjuicios.
La sentencia contra la cual cabe recurso ante la Audiencia Provincial de Madrid, absuelve a VidaCaixa Adeslas de Seguros Generales y Reaseguros, otra de las empresas investigadas en el caos. La sentencia afirma que ese 23 de noviembre de 2016, los encargados de la monitorización del Hospital HM Nuevo Belén en Madrid diagnosticaron “monitorización fetal sin ascensos”.
Ese término significa que la frecuencia cardíaca del bebé, que es lo que mide esa monitorización, oscile en torno a los 140 latidos por minuto. Debe haber variaciones de unos 5 o 25 latidos arriba o abajo, lo que acredita que el feto se está moviendo.
En caso de que no se registren esas variaciones, se puede atribuir a que el bebé esté dormido, esa suele ser la razón más habitual. Pero también puede ser un indicador de sufrimiento fetal, ese era el caso del bebé de Laura.
“Mi médico casi me regañó.
Se enfadó y me dijo que no entendía tanto alboroto cuando él había llevado embarazos sin líquido amniótico desde el segundo mes de embarazo y los había sacado adelante.Con esos datos de los monitores me dijo que no era necesario tanta prisa.
Él me dijo que me fuera a ingresar y que él luego se pasaría. Y no fue hasta la mañana siguiente”, contó Laura.Laura vio entrar a su médico al hospital, cuando le dijeron los encargados de urgencias que no había latido fetal él respondió: “Cómo no va a haber latido, y lo comprobó por sí mismo”. Él se excusó con Laura alegando que estaba enfermo de cáncer y que por eso no pudo ir a verla la tarde anterior. El médico falleció durante el juicio.
Para Laura y su esposo fue muy traumático que le sacaran al bebé y la ingresaran en la planta de maternidad. “Mi médico me sacó al niño y me lo enseñó… Y tengo su imagen grabada, todos los días de mi vida, de verle un momento”, relató Laura.
Además, esa noche escuchaba los monitores de las otras madres. “Todos funcionaban menos el mío”. Para ese entonces era tarde, Lucas, su hijo, falleció en las horas de espera dejando a sus padres devastados. Si hubiera recibido la atención médica que necesitaba estaría con vida.
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