Hace veinte años, la Sra.
Wen Junhong salvó a un perro abandonado de las calles de Chongqing en el suroeste de China.
Ahora comparte su casa con más de 1.300 perros, y siguen viniendo.
Después de acoger a ese primer perro, un pequinés al que llamó Wenjing (“suave y tranquilo” en chino), Wen descubrió que no podía detenerse.
Ella dice que la impulsaban las preocupaciones sobre lo que enfrentan los vagabundos en las calles de China, desde accidentes hasta ser apresados para el comercio de carne de perro.
Tras sufrir amenazas de sus vecinos, se mudó a las colinas, donde mantiene a sus animales a base de su pensión y donaciones.
“Es importante cuidar a estos perros”, dice. “Todos debemos respetar la vida, y la tierra no es solo para los humanos, sino también para todos los animales”.
En China existe un grave problema, y es que no hay ninguna ley que regule el cuidado animal.
La posesión de perros se calificó anteriormente como un pasatiempo burgués y fue prohibido bajo el liderazgo del fundador de la China comunista, Mao Zedong.
Muchas mascotas no son esterilizadas y no hay sanción alguna para aquellos irresponsables dueños que deciden abandonar a sus perros, lo que ha aumentado cada vez más la situación de abandono de animales.
Las opiniones sobre las mascotas han cambiado drásticamente desde entonces y la propiedad se ha disparado, pero el país todavía no tiene una ley nacional de bienestar animal y hay decenas de millones de perros y gatos callejeros, según la organización benéfica AnimalsAsia.
Weng cada día debe limpiar decenas de cubos de excremento y cocinar al menos 500 kilos de comida en una gran olla. Gracias a que su historia se hizo conocida en redes sociales, la anciana ha recibido constantes donaciones con las que puede pagarle trabajadores para que la ayuden.
Las habitaciones de su hogar están llenas de jaulas. Aunque muchos animales viven en el campo libres, otros cientos lo hacen en pequeñas jaulas, lo que la ha llenado de críticas, puesto que muchos aseguran que “vivir en una jaula minúscula no es mejor que hacerlo en la calle”.