La historia de hoy se trata de Susannah Cahalan, una joven de 24 años de edad en la plenitud de su vida, quien se encontraba en perfecto estado de salud y trabajaba como periodista cuando se dio cuenta que algo no estaba yendo bien.
Al comienzo, creía que tenía chinches, pero no encontraron indicios de ellas en su casa ni es su cuerpo. Fue enotnces cuando Susannah comenzó a sentirse letárgica y dejó de ir al trabajo. Empezó a aumentar su paranoica y poco a poco comenzó a experimentar alucinaciones. Sus padres casi no la reconocían. De pronto, las convulsiones empezaron a suceder y la tuvieron que hospitalizar.
En la clínica, el estado de salud de Susannah empeoró. Se hacia cada vez más violenta y agresiva con sus enfermeras e incluso trató en varias oportunidades de escaparse. Los doctores creían que la chica pasaba por una crisis nerviosa y estuvieron a punto de ingresarla en un hospital psiquiátrico. Por suerte, hubo un médico que sabía lo que estaba sucediendo: el Doctor Souhel Najjar.
Para asegurarse de lo que ocurría, el doctor Najjar indicó que no realizaría análisis de sangre ni radiografías. En su defecto, aplicó una prueba muy sencilla. Le pidió a la joven que dibujara un reloj. Mientras analizaba los resultados se dio cuenta que lo que suponía era correcto: “la locura” de Susannah era por una causa física.
El reloj que dibujó tenía todos los números del lado derecho, lo que indicaba daño cerebral. Luego de una investigación más profunda, se le diagnosticó encefalitis por anticuerpos contra el receptor NMDA (de N-metil-D-aspartato).
Es un trastorno inmunitario en el cual los anticuerpos producidos por el sistema inmune atacan al cerebro. De no ser por el Doctor Najjar, Susannah habría entrado en coma y fallecido más tarde. No obstante, con el diagnóstico adecuado y la medicación correcta, le permitieron curarse.
Susannah estuvo ingresada casi dos meses. Al recordar todo ese tiempo, se da cuenta de lo irreal que parecía ser todo. “No recuerdo gran parte del mes que estuve en el hospital, tuve que mirar los registros médicos, las conversaciones con mi familia y mi novio para intentar recrear ese lapso de tiempo”.
Ella escribió un libro sobre su experiencia titilado: “El cerebro en llamas”, que fue llevado al cine más tarde.
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