Dayerlin Marín, de 31 años de edad, fue encontrada sepultada en el patio de su vivienda, junto con los cadáveres de sus tres hijos, de 9, 10 y 14 años, en la urbanización La Raiza de Santa Teresa del Tuy, el pasado lunes 26 de junio, en Venezuela.
“Le abrí las puertas de mi casa, la quería como a una hija. Sabíamos que es homosexual, pero jamás la discriminamos por eso, así no somos en mi familia. Quiero que quede presa por siempre y que pague por lo que le hizo a mi hija y nietos”. Darlin Oviedo todavía no puede enterrar a su hija y a sus tres nietos, desde que fueron localizados muertos y enterrados en el patio de su casa, ubicada en la urbanización La Raiza de Santa Teresa del Tuy.
La mañana de este viernes, se encontraba en la morgue de Bello Monte, donde habían trasladado a los cadáveres para practicarles exámenes antropológicos y odontológicos. Su hija de 31 años de edad, Dayerlin Marín, fue asesinada a puñaladas y sepultada junto con sus pequeños Samuel Valdez, de 9 años de edad, Mariángel Valdez, de 10 años, y Dayleth Blanco, de 14 años.
Los mató Estefany Martínez, de 21 años de edad, quien vivía con ellos desde hace casi un año. Darlin contó que esta joven se enamoró de su hija, hasta el punto de obsesionarse. El marido de mi hija se fue a trabajar a Perú y ella se encargó de inventar cosas para pelearlos. Mi hija no tenía ninguna relación con ella, porque tenía su pareja”, informó.
“Mi hija tenía poco tiempo de vida por su enfermedad en el hígado. En el año 2013 le hicimos una operación y le quitaron la mitad del hígado. Siempre fue muy delicada de salud, necesitábamos ayuda para cuidarla, bañarla y alimentarla cuando estaba descompensada”, detalló su madre.
La ayuda de Estefany fue muy valiosa para Darlin y su hija Dayerlin, y por eso le dieron cobijo en su hogar. La mujer, quien trabaja como cocinera en un restaurante en el municipio Baruta, fue detenida el lunes 26 de junio, porque sus parientes la señalaron como culpable.
La madre presume que los asesinó el viernes. Comentó que mezcló altas dosis del medicamento risperidona y tegretol, y se los dio de tomar a todos en una avena. “Los niños se doparon y después los estranguló. A mi hija la apuñaló, quizá porque intentó defenderse. Todos estaban enterrados y tenían una soga en el cuello”.
Diez días más tarde, sin noticias de Dayerlin y sus tres hijos, fue a la urbanización La Raiza y al llegar encontró a funcionarios de la Policía de Miranda en la vivienda de su hija. Un vecino fue quien llamó a las autoridades, luego de que se asomara al patio y viera, entre una montaña de tierra, que sobresalían los dedos de un niño. “Parece que con la lluvia la tierra cedió y se vieron los dedos de uno de mis nietos”.
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