Actualmente, existen sociedades en las que la mujer se considera una propiedad más, sin capacidad de decidir por sí misma y, en consecuencia, sin derechos.
Debe obedecer los designios de los hombres, o pagar las consecuencias. Es lo que le ha sucedido a una joven maestra paquistaní de 19 años de edad.
La joven rechazó una propuesta de matrimonio y el despechado pretendiente, ayudado por amigos, recurrió al “si no es mía no será de nadie”. Forzaron su vivienda y luego de torturarla, la quemaron viva.
“Un grupo de cuatro hombres entraron en la casa a la fuerza, la encerraron en una habitación y la golpearon”, ha contado Nasir Abbassi, un tío de la víctima. Luego de la brutal paliza, le prendieron fuego y la arrojaron en una zanja detrás de la vivienda.
La familia, había salido para un acto social, y se enteraron de lo ocurrido por un niño del pueblo, y volvieron corriendo para llevar a la joven a urgencias. El hospital local se negó a admitir a la joven por no disponer de una unidad de quemados. Tuvo que ser trasladada a un gran centro de Islamabad.
Según el informe médico, la joven, tiene quemaduras en un 85% de su cuerpo, y ahora está entre la vida y la muerte. Lo más triste, es que no se trata de un caso aislado y que, a pesar de que formalmente las leyes castigan ese crimen, en la práctica ni la policía presta atención, ni los jueces se conmueven.
La idea de que la mujer es “un objeto” está profundamente arraigada en la mentalidad rural paquistaní. Abassi comenta que cuando acudieron a la comisaría local para presentar una denuncia, los oficiales rechazaron abrir un expediente y no tomaron ninguna acción para detener a los responsables.
Pakistán, un país con casi 200 millones de habitantes, eclipsa cualquier exceso con las atrocidades que suceden en su territorio.
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