Una sequía repentina en Afganistán generó que muchas familias vendieran a sus niños solo para poder alimentar a su familia.
La ciudad occidental de Herat, en Afganistán, son quienes se han visto forzados a dejar sus viviendas debido a un récord de sequía que, ha obligado a más personas a abandonar sus hogares en 2018 que la violencia que afecta al país.
Cuatro años sin lluvias han destrozado la agricultura en la región. Las condiciones climáticas están generando preocupaciones sobre el severo impacto del cambio climático en el país más frágil del mundo, donde décadas de guerra han convertido la economía y la sociedad en nada.
En un campo de refugiados, un fotógrafo se encontró con Mamareen, que perdió a su esposo en la guerra, su casa por el clima y ahora a su hija por la urgencia de alimentar a sus otros niños. Alika, de seis años de edad, está ahora, bajo la economía distorsionada de esta ciudad, en posesión de otra familia. Mamareen vendió a su hija por 3.000 dólares a Najmuddin, quien la prometió a su hijo de 10 años, Sher Agha.
“Huí de casa con mis tres niños por la sequía severa”, comenta la mujer. “Vine aquí pensando que recibiría asistencia, pero no obtuve ayuda. Para evitar la hambruna entre mis hijos, vendí a mi hija a un hombre por unos 3.000 dólares, sin embargo, solo me han dado 70 dólares por ahora.”
“No tenía dinero, ni comida ni cómo mantener a mi familia, pues a mi esposo también lo mataron”.Cuando se le preguntó si Akila, la pequeña, sabía sobre su destino, respondió: “Ella no sabe que la vendí. ¿Cómo podría saber? Es una niña. Pero no tuve otra opción. Ya sea entre lágrimas o risas, ella tenía que irse. ¿Quién vendería un pedazo de su corazón a menos que en realidad tenga que hacerlo?”.
Un hombre dueño de una tienda, llamado Najmuddin, fue el comprador.
Esta transacción es cultural, parte de las costumbres de una sociedad donde las niñas por largo tiempo han sido intercambiadas por dotes en vez de pedir su consentimiento.Pero para Najmuddin esto fue un acto de caridad.
“Su familia no tenía nada para comer. Estaban hambrientos”, dijo él. “Sé que también soy pobre, sin embargo, estoy seguro que puedo pagar lentamente… en dos o tres años”.Najmuddin es víctima de la misma sequía que ha destruido vidas en todo el oeste de Afganistán, que alguna vez fue la casa de los azotados por la guerra en este país. “La cosecha de trigo falló, no podemos sembrar, los demás cultivos fallaron debido a la sequía. Perdimos nuestro ganado. Las vacas, las ovejas y cabras murieron de hambre porque no había alimentos para ellas”, comentó Najmuddin.
Esas decisiones llegan en momentos de crisis para Afganistán.
¿Serías capaz de vender a tus hijos por comida? Deja tu respuesta en los comentarios.