Los pequeños deberían estar siempre en casa sin mayor preocupación que sus deberes escolares, compartir en familia, jugar y aprender, sin embargo, esto no siempre es posible para todos los niños y algunos deben dejar los juegos para asumir grandes responsabilidades.
Tal es el caso de dos hermanos de una localidad rural en Brasil que se dedicaban a vender frutas y frijoles para mantenerse.
Con sólo 7 y 6 años, Janailton y Janailson conocen muy bien lo que significa ganarse el pan de cada día. Para ellos trabajar jamás ha sido una cosa lejana pues desde muy pequeños han estado involucrados en las ventas de alimentos a la orilla de una carretera de Barreira, en Alagoa Grande, Brasil.
Los hermanos viven con su padre, el Sr. Edimildo da Silva, en una casa de barro con precarias condiciones. La familia no tiene estufa, ni nevera e incluso el agua potable es un derecho del que nunca han disfrutado. La madre de los niños los abandonó cuando eran pequeños y su padre se dio a la tarea de sacarlos adelante con mucho esfuerzo. El Sr. Edimildo está desempleado y cultiva frijoles y frutas en una pequeña porción de tierra para poder sobrevivir.
Sus hijos son quienes se encargan de comercializar el producto. El tipo de vida que llevaban estos niños no les permitía darse el lujo de ir a la escuela. Aunque parezca increíble los menores jamás habían ido al colegio, sin embargo, tras toparse con una persona de buen corazón ocurrió el milagro.
Sin embargo, por más que Gustavo quisiera ayudarlos, los pequeños tenían muchas necesidades.
Esta familia sólo se sostenía con los ingresos de las ventas del día y una bolsa de comida que les da el gobierno. Ante esta realidad, el locutor decidió iniciar una campaña benéfica.
“Ayudo como puedo, comida y ropa, sin embargo, eso no es suficiente. Los pequeños hacen sus necesidades en el bosque. Pregunto aquí quién puede ayudarlos a compartir este asunto hasta que podamos mejorar la vida de estos niños”, dijo Gustavo. La campaña surtió efecto y así como el locutor, muchas personas conmovidas por la historia decidieron ayudar. En menos de 24 horas la recaudación superó la meta establecida.
Los pequeños no sólo han tenido dinero para cubrir su alimentación durante un tiempo, sino que han recolectado el dinero necesario para que puedan ir a la escuela. El locutor consiguió cupos para los hermanos en una escuela local y luego de cubrir los gastos de sus útiles registró el hermoso momento en que los pequeños pisaron por fin un plantel educativo. Gustavo acompañó a los hermanos en su primer día de clases.
Con el excedente del dinero reunido, el locutor empezó algunas mejoras en la humilde casa de la familia. Ahora cuentan con una estufa y agua potable para cocinar. El señor Edimildo está muy agradecido y pone de su parte para comenzar a construir el baño de la casa con sus propias manos.
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