Samantha Taylor fue diagnosticada con un tumor cerebral de adolescente.
Repentinamente, empezó a sufrir extraños mareos que la despertaban por la noche. No podía dormir y veía todo borroso. Luego de varios exámenes, los doctores encontraron un pequeño tumor, sin embargo, le aseguraron que era inofensivo.
La biopsia reveló que la masa era un astrocitoma pilocítico, un extraño tumor cerebral infantil. En los siguientes años, Samantha acudió al doctor cada seis meses para mantener en observación su tumor. Todo parecía ir bien e incluso los episodios de mareos empezaron a disminuir.
Luego de un tiempo las cosas cambiaron drásticamente. Empezó a tener desmayos inesperados y las últimas pruebas revelaron que la masa estaba creciendo. Era hora de operarla. Samantha fue operada con 25 años. Todo parecía indicar que se trataría de un procedimiento sencillo, había solo un 5% de probabilidades de sufrir complicaciones y Samantha confió plenamente en su doctor.
Lamentablemente, la chica terminó formando parte de ese pequeño porcentaje. Sufrió un derrame cerebral que la dejó con la parte derecha de su cuerpo paralizada. “Mi cerebro no recibió ningún suministro de sangre durante la cirugía y ahora mi lado derecho está más débil”. Al despertar, la joven había perdido la visión, aunque por fortuna fue sólo por un par de horas.
Actualmente, sufre visión doble y necesita lentes especiales para poder percibir los objetos de manera correcta. Su vida no ha vuelto a ser igual, se encuentra lidiando con las consecuencias de su parálisis y tuvo muchas dificultades para poder comer y hacer movimientos básicos. “Estuve en distintas terapias. Los ejercicios consistían en insertar una llave en la puerta o llevar tazas de té a una distancia corta. Todo con mi brazo derecho”.
Samantha está haciendo su mejor esfuerzo. Desafortunadamente, en los casos de parálisis cerebral es muy difícil saber si los pacientes lograrán recuperar parte de su movilidad y hay casos en donde jamás logran ver mejorías. Por suerte, Samantha ha logrado comer por sí misma y también aprendió nuevamente a subir y bajar escaleras. “Hasta hace poco no podía usar las escaleras”.
Samantha nunca se rinde.
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