La Audiencia de Pontevedra confirmó la condena para un padre que deberá pagar una multa de 150 euros por un delito leve de coacciones, luego de forzar a su hija a ingerir “grandes cantidades” de alimento mientras le gritaba y la llamaba “gorda” y “sucia”.
El incidente ocurrió en agosto, cuando la joven se encontraba en la vivienda de su padre conforme al régimen de visitas que, en aquel momento, estaba vigente tras la separación de sus padres.
La sentencia declara como hechos aprobados que la menor, que venía de comer con unas amigas, llegó a casa y le pidió a su padre algo de cenar. El acusado, “enojado por los hábitos alimenticios de su hija”, decidió hacerle comer “mucha comida”, y le dijo que iba a comer hasta que él dijese que parase.
De esta forma, el padre le preparó varios bocadillos, ensalada y queso con la intención de que su hija comiera todo. En medio de los gritos del progenitor y la gran tensión de esos momentos, éste llamó a su hija “gorda y sucia”.
La situación duró casi una hora, hasta que el hermano de la joven, quien también se encontraba en el domicilio, llamó a su madre para alertarle de lo que estaba ocurriendo. La menor fue llevada al hospital con un cuadro de ansiedad.
El padre asistió a la primera sentencia condenatoria, dictada el pasado mes de diciembre, sin embargo, la Audiencia ha rechazado su recurso.
Niega que lo ocurrido tuviera una “finalidad educativa” como aseguraba el padre y que se solo se trataba de un “supuesto de desproporcionalidad” al tratarse de una situación muy “hostil”, con gritos y “absolutamente ajena” a la conducta educativa.
“El hecho de obligar a un hijo a comer más allá de lo normal, hasta hartarse,evidentemente no es una conducta justificada ni justificable”, concluye el tribunal.
¿Serías capaz de hacerle algo así a alguien como “método de enseñanza”? Deja tu respuesta en los comentarios.