La joven Gilda Sol Mujica de 27 años de edad, fue quemada con ácido en la cara, apuñalada doce veces en el cuello con unas tijeras y violada por el hijo de la dueña del apartamento donde vivía en Perú.
La joven, después de ser agredida, se lanzó desde la ventana de su apartamento, ubicado en el tercer piso, esto para salvar su vida. El violador, al ver que Gilda se había lanzado, pensó que estaba muerta e intentó quitarse la vida tomando veneno.
La chica asegura que jamás tuvo una discusión con el sospechoso, tampoco una relación de amistad o de noviazgo. Solo le entregaba el dinero del alquiler y en dos ocasiones le permitió pasar al apartamento 15 minutos máximos porque él pidió permiso para cargar su teléfono. Un mes antes, el hombre le envió un mensaje de texto preguntándole si podía pasar a buscarla para almorzar.
Mujica le pidió que le informara a la madre que se mudaría. El hombre le envió 15 mensajes de texto y en uno de ellos le dijo “señorita, disculpe que se lo diga, la amo tanto desde el primer día que la vi”. Como Reyner Alvarado Meza, fue identificado el criminal, quien entró a al apartamento, hacer una “inspección” se metió en una de las habitaciones y le pidió a Mujica que pasara a ver algo. Ella, sin presentir el horror que estaba a punto de vivir, fue al cuarto.
Cuando se acercó, el hombre abrió la puerta, le lanzó ácido al rostro y le clavó el cuchillo en la cabeza mientras le gritaba “maldita tienes que morir. Vas a morir por haberme rechazado. Yo te amaba y tú me rechazaste”, añadió la mujer.
“Yo grité, pedí auxilio. Le dije que no me siguiera lastimando. Me acuchilló varias veces en el cuello y la cabeza. Las puñaladas en la cara no son tan grandes porque yo metí la mano buscando salvar mi vida y le aguanté el cuchillo por el filo, eso me ocasionó una herida grande en la mano y me quedó un dedo colgando”, detalló. Mientras contaba el horror vivido, añadió que luego de ser apuñalada, Alvarado abusó de ella.
El rostro de Gilda quedó desfigurado debido al ácido y perdió la vista de su ojo derecho. “No sé cómo sobreviví porque las heridas eran tan profundas, boté tanta sangre que en ese momento dije -este es mi final- porque no creí que iba a sobrevivir a tantas puñaladas en la cabeza, en el cuello”, contó.
Gilda no tenía familiares en ese país, solo amigos y su pareja, quienes la ayudaron buscando donantes de sangre. La venezolana tenía ocho meses de haber emigrado y trabajaba como anfitriona.
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