Cuando se aproxima la llegada de un bebé a la familia, los hermanos mayores pueden tener los nervios a flor de piel.
Esto sucedió con Jacee, la hija mayor de Dedé. Acompañó a sus padres al hospital, pero le informaron que no podía entrar en el paritorio para ver nacer a su hermano. Pensaron que no sería adecuado. La niña de 12 años comenzó a llorar. No quería perderse uno de los momentos más especiales de su vida.
Pero, el ginecólogo reparó en la niña llorando en la puerta del paritorio y le preguntó qué le sucedía. Ni corto ni perezoso solicitó permiso a los padres para contar con una asistente especial y de esa forma Jacee literalmente asistió al parto de su hermanito.
Las caras de emoción dejan claro que fue una experiencia inolvidable para la pequeña. En sus propias palabras: “Estaba emocionada y un poco asustada. Me daba miedo hacer algo mal, pero ha sido el mejor momento de mi vida”.
El nacimiento de esté bebé traerá recuerdos muy felices a toda la familia.
Compartir momentos felices con nuestros hijos, nos permite establecer conexiones emocionales que nos unirán por siempre.
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