Cuando el exenfermero Niels Högel fue condenado por segunda vez a cadena perpetua por la muerte de 82 personas, se posicionó como el mayor asesino en serie de la Alemania de la posguerra.
Högel, de 42 años de edad, fue condenado de por vida el pasado 06 de junio, a pesar de estar cumpliendo condena por otros dos asesinatos. En su último juicio se declaró culpable de 42 de esas muertes.
Es el último de una larga lista de profesionales de la salud tras las rejas, por quitarle la vida a quienes estaban a su cuidado.
Högel, quien trabajó en las clínicas de Oldenburg y Delmenhorst, en el norte de Alemania, inyectaba sustancias tóxicas a sus pacientes a quienes les provocaba paros cardíacos y después intentaba reanimarlos, sin éxito. Fue descubierto la primera vez en el año 2005 por uno de sus compañeros del hospital.
Sus víctimas estaban entre los 32 y 95 años de edad, las elegía de forma arbitraria. Se cree que la cifra real de asesinados podría alcanzar las 290 personas.
¿Pero cómo pasa un enfermero a ser un asesino en serie? Los delincuentes muy rara vez hablan y si lo hacen “debemos ser cautelosos en cuanto a si creerles”, dice Elizabeth Yardley, profesora de criminología en la Universidad de Birmingham, Inglaterra.
El criminólogo David Wilson dice que Högel mostró indicaciones de que podría tener el síndrome de Munchausen por poder.
Es una forma de abuso infantil en la que los cuidadores inventan enfermedades en los niños para llamar la atención. Las autoridades dijeron que Högel atacó a sus pacientes para impresionar a sus colegas al tratar de revivirlos luego. Incluso llegó a ganarse el apodo de el “Rambo resucitador”.
La psicóloga forense Katherine Ramsland dice que es complicado decir si los asesinos en serie de la salud ingresan o no en esa industria para matar.
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