La mujer, raptada supuestamente por un “duende”, personaje inventado por los antiguos ciudadanos del pueblo, fue hallada sin vida en estado de descomposición el pasado mes de mayo en una aldea del municipio de Concepción.
La víctima, Brenda Agustina Yánez Amaya, de 32 años de edad, desapareció desde comienzos de abril, sus familiares desconocían que alguien le había quitado la vida y dejado desangrar en un matorral.
Yánez Amaya despareció de forma misteriosa en Semana Santa, una de las versiones dice que se la había llevado el mítico personaje junto a otra chica Dunia Carolina Orellana (23 años). Esta última apareció tres días más tarde, mientras estuvo en contacto con sus padres vía WhatsApp, relató que la tenía el “duende” y le daban de comer culebras, gusanos y carne cruda.
No obstante, la desaparición de Brenda Agustina Yánez Amaya cada vez era más misteriosa, ya que sus familiares salían a buscarla por los ríos, quebradas y demás comunidades fronterizas con El Salvador. Luego de dos semanas, los pueblerinos continuaban en su búsquedas acompañados de elementos de la Policía Nacional, hasta que se dieron por vencidos.
Sin embargo, unos hombres que recogían leña en potreros de un sector conocido como La Arrinconada, sintieron un terrible olor debajo de unos árboles y al investigar recibieron la sorpresa de que se trataba del cadáver de una mujer. Inmediatamente, informaron a las autoridades policiales del sector y estos pidieron la presencia de los parientes de Yánez Amaya, quienes confirmaron que se trababa de la chica desaparecida.
El cuerpo de Yánez Amaya presentaba heridas aparentemente con arma blanca, al momento de su hallazgo por policías de Intibucá. Es extraño que no exista una cadena de investigación y que no se ordenara que al cuerpo le realizaran una autopsia legal para determinar la causa de la muerte, así como el proceso de identificación para comprobar que en realidad se trata de Brenda Agustina Yánez Amaya.
Actualmente, no se conocen registros que una morgue móvil haya llevado su cuerpo a Tegucigalpa o San Pedro Sula para extraer pruebas científicas como su ADN, huellas dactilares, análisis de fluidos, tejidos y autopsia dental.
Los análisis forman parte de un dictamen forense que es enviado a las autoridades como prueba criminal irrefutable para ayudar en investigaciones sobre muertes violentas de mujeres y femicidios. Esta muerte es solo una de al menos una docena de casos, que han convertido esta zona fronteriza entre Honduras y El Salvador como escenario de muertes violentas de mujeres.
Según denuncias criminales, se aprovechan no solo de la ignorancia y nobleza de los habitantes de varias comunidades en este sector postergado; sino también de la falta de acción policial, fiscal y forense. Todo eso permite el accionar de los criminales nacionales y extranjeros, especialmente originarios del país vecino.
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