Era un día de invierno normal para Shelby Lynn Henry Alexander ; ella estaba esperando en un semáforo cuando notó que un hombre estaba sentado al costado de la carretera.
Estaba sosteniendo un cartel en el que decía “necesito un poco de ayuda”.
Shelby, que generalmente les da comida a personas en lugar de dinero, le dio tres dólares y su tarjeta de negocios, en caso de que alguna vez necesitara su ayuda.
Ella compartió este incidente en Facebook y escribió que no sabía su nombre, pero recordaba su cara. Agregó que era difícil olvidar la ropa sucia que llevaba puesta en un frío día de invierno, la forma en que había envuelto su manta alrededor de su perro en lugar de hacerlo a su alrededor y la vergüenza que tenía en los ojos cuando le ofreció el dinero.
Ella envió una oración por él y luego se fue.
Unos meses más tarde, recibió una llamada de un hombre que quería echar un vistazo a una de las casas de su compañía. Cuando se encontraron, ella reconoció instantáneamente al hombre. Era el mismo hombre al que le había dado tres dólares, pero esta vez se veía diferente. Llevaba una camisa con cuello, pantalones vaqueros nuevos y lucía una apariencia bien afeitada.
Tenía lágrimas en los ojos cuando le devolvió el dinero junto con su tarjeta de presentación. Ella estaba confundida, entonces él le explicó que es ingeniero.
Dijo que su ex mujer se había escapado con otro hombre y que ella se llevó todo lo que tenía. Solo le quedaba un perro, en ese momento, cuando pedía dinero, solo necesitaba un poco de ayuda y nada más.
El hombre era ingeniero y ahora tiene un nuevo trabajo, un perro feliz, un coche nuevo y una nueva vida feliz.
Estaba buscando una casa para su amigo y, por lo tanto, estaba pagando el favor extendiendo su negocio, tal como lo prometió.
Shelby aprendió una lección poderosa ese día: nunca juzgues a alguien solo por su apariencia, solo Dios sabe lo que esa persona podría estar pasando.
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