Es natural que tengamos un deseo de proteger a los recién nacidos.
Es un patrón de la naturaleza, estamos destinados a ayudar a la continuación de nuestra especie y asegurar que los más vulnerables reciban la atención que necesitan. En pocas palabras, tenemos gran cuidado con los recién nacidos porque sabemos que tenemos que serlo.
Es por eso que cuando Kristal Amezquita dio a luz a su bebé, la doctora que la atendió lo dejase caer. Aún peor, luego le dijo a Kristal que “era joven y podría tener más hijos”. Según los informes, el embarazo de Amezquita tuvo complicaciones. Tenía solo 21 semanas de embarazo cuando en abril ingresó en la sala de emergencias de partos de un hospital.
Los dolores en su estómago se habían vuelto demasiado fuertes como para soportarlos, y las enfermeras llamaron a un médico. Kristal comentó: “Me dijo que las membranas de la bolsa de agua sobresalían y que ya estaba goteando agua (ya estaba en trabajo de parto, el dolor que estaba experimentando eran contracciones), el agua que Ian necesitaba para sobrevivir estaba saliendo muy rápido”.
Le informaron que su cuello uterino se había abierto y la placenta había entrado en contacto con el canal vaginal causando una infección. Estaba a punto de combatir una infección y tenía dos opciones en ese momento.
“Uno: acelerar mi embarazo o dos: dejar que mi cuerpo siguiese su curso.
Estaba desconsolada, mi mundo se venía abajo. ¿Cómo pasé de estar tan feliz por cumplir 21 semanas y ver a mi bebé creciendo en mi barriga para saber que no dejaría el hospital con él?” Ella eligió la segunda opción y continuó: “Todavía tenía contracciones y se estaban acercando más y más, así que la enfermera me preguntó si quería la epidural.Luego de que me pusiesen la epidural llega el catéter.
”“Me pusieron el catéter y menos de media hora después me sentía incómoda, me dolía todo. Llamé a la enfermera porque le dije que quería que me quitaran el catéter, lo podía sentir, sin embargo, ella dijo que tenía la epidural, así que no debería sentir nada. Mientras ella y la doctora me estaban revisando, rompí aguas.”
“En ese momento enloquecí. Sabía lo que estaba sucediendo, estaba perdiendo a mi bebé.” Amezquita pronto fue llevada a otra cama, donde comenzó el proceso de parto. “Luego de dos empujones me preguntaron si lo quería cargar, pero primero querían sacar la placenta”, explicó Amezquita. El pequeño Ian nació sin vida.
“Estaba en shock, la doctora que me ayudó a dar a luz a Ian lo dejó caer al suelo cuando salió y me dijo: “Está bien, eres joven, tendrás más, tú estás bien”. ¿Cómo puedes decir que estoy bien cuando acabo de perder a mi hijo? No podía creer lo que acababa de ocurrir. Mi madre dijo que sintió como si lo fuesen a tirar a la basura (pensando en la manera en que la matrona trató a Ian). Como Ian era tan pequeño, se deslizó y no pudieron atraparlo.”
Ian pesó menos de 1 kilo. Amezquita comentó: “Jamás será olvidado y siempre estará en nuestros pensamientos y oraciones. Sé que está en mi corazón y eso me consuela”, finalizó.
Descansa en paz, pequeño Ian. COMPARTE este artículo con tus amigos para que oren por el bebé.