Un “asesino en serie” con un martillo ha estado acechando las calles desiertas de Barcelona en medio de la cuarentena del coronavirus.
Se dice que la víctima más reciente fue golpeada con un martillo o una barra de metal a menos de 200 metros de la famosa La Sagrada Familia de Gaudí el lunes por la noche.
La policía, que ya sospechaba el tener a un asesino suelto, recibió una frenética llamada de emergencia de un testigo que decía que “un hombre estaba siendo golpeado hasta la muerte”.
Más tarde, la policía arrestó a un brasileño de 35 años que vivía en una caravana a unas 10 millas de donde ocurrieron los asesinatos, informó el diario La Vanguardia.
Los detectives ahora están investigando si la última muerte está relacionada o no con los tres asesinatos anteriores.
Se informa que la víctima del lunes por la noche fue asesinada con un martillo y las otras tres víctimas fueron encontradas con heridas brutales en la cabeza.
Las cuatro víctimas eran personas sin hogar que vivían en las calles de la ciudad.
El último ataque ocurrió a solo 200 metros de la famosa Sagrada Familia de Gaudí.
El cuerpo mostró signos de una muerte violenta y fue encontrado “en la misma área donde se registraron otras muertes de personas sin hogar en las últimas semanas”, agregó una portavoz de la policía.
Los oficiales dijeron que habían identificado al sospechoso con la ayuda de descripciones proporcionadas por varios testigos y filmaciones de cámaras de seguridad.
“La forma en que se comportó esta persona no dejó a sus víctimas ninguna forma de defenderse”, dijo a los periodistas el portavoz policial Joan Carles Granja.
La primera muerte ocurrió el 19 de marzo cuando un hombre sin hogar fue golpeado hasta la muerte mientras se refugiaba en la puerta de un supermercado cerrado.
El segundo ocurrió casi un mes después, el 16 de abril, debajo de las escaleras de una entrada al Auditorio Municipal, donde se vio a un sospechoso en CCTV.
Se informa que el tercero, el 18 de abril, fue capturado en un video de vigilancia.
Las calles de Barcelona han estado en gran parte desiertas desde que el gobierno impuso un cierre el 14 de marzo.
Al igual que otras ciudades españolas, estableció refugios especiales para las personas sin hogar, pero muchos han optado por seguir viviendo en las calles.
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