Es cierto que en Oriente existen muchas culturas que contrastan con las de Occidente y que jamás llegaremos a entender cómo es que todavía se mantienen las “bodas arregladas”, que llevan a tragedias como la que le sucedió a Rajabbi Khurshed.
Rajabbi Khurshed, una chica de 18 años de edad, de Tayikistán (Asia Central), no conoció a su prometido Zafar Pirov hasta el momento en el que debían dar el “sí quiero”.
Además del indignante test de virginidad que el gobierno exige a las mujeres antes de contraer matrimonio, Pirov le pidió que se hiciera otros dos para asegurarse, aunque ya estaban casados. Pirov no creía en los resultados que indicaban que la chica era virgen, la acusó de mentirosa y solicitó una segunda esposa.
La joven decidió acabar con su vida bebiendo una dosis de veneno, a los 36 días de matrimonio, con la persona que nunca antes había conocido. La familia de la chica dijo que la difunta en su lecho de muerte confesó haberse sentido bajo mucha presión por las demandas de Pirov, y que “no podía soportarlo más”.
Pirov podría pasar 7 años en la cárcel luego de ser acusado de haber inducido a su esposa a esa horrible y trágica decisión. A pesar de ser considerado culpable, el hombre se excusa diciendo que todo lo que hizo es absolutamente legal.
Las relaciones sexuales prematrimoniales son un tabú en una sociedad ultraconservadora como la de Tajikistán. Los exámenes de virginidad fueron instaurados obligatoriamente en el año 2015 cuando se puso como excusa la lucha contra el VIH, la hepatitis y otras enfermedades.
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