Emma y Caleb Hawkins celebraron el nacimiento de su bebé Isaac.
El niño nació días antes de los esperado pero tras un par de revisiones médicas fue dado de alta y pudo ir a casa junto a sus padres. Parecía que se encontraba fuera de peligro pero un par de semanas después esta familia comenzó a enfrentar una agotadora jornada. Su familia vive en el estado de Tennessee en los Estados Unidos.
El bebé comenzó a convulsionar. Lo llevaron al hospital infantil de Knoxville y allí pudieron comprobar que estaba sufriendo de un considerable daño cerebral. Con el paso de los días las convulsiones no hicieron más que aumentar. Sus pulmones colapsaron por completo y los médicos se vieron obligados a darle soporte vital.
“Nos dijeron que no tendría una vida normal debido al enorme daño cerebral. Necesitaba de un tubo para respirar, llorar o tragar”. Con el paso de los días la situación no mejoraba. Isaac se encontraba grave y parecía que no podría sobrevivir sin las máquinas.
Tras consultar con los especialistas comprendieron que lo mejor sería desconectarlo. Después de pensarlo mucho, la familia entera se reunió para despedirse de él.
«Con el corazón roto decidimos desconectarlo. No queríamos que nuestro bebé sufriera más». Pero el dulce bebé demostró que todavía no estaba dispuesto a partir. Quitaron el soporte vital y calcularon que para la llegada de la noche el pequeño Isaac ya habría perdido la vida. Contra todos los pronósticos, el pequeño logró seguir respirando sin necesidad de recibir oxígeno por máquinas.
“Dijeron que no lo lograría, pero no sabían de los milagros que nuestro Dios nos deparaba”. Un par de horas después comenzó a deglutir de forma que se ha convertido en un verdadero milagro.
Las pruebas indican que Isaac tiene mucha sangre en el cerebro y puede que llegue a sufrir de parálisis cerebral. Sus padres se encuentran buscando ayuda para continuar dándole la mejor atención médica.
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