Una azafata se quejó públicamente después de que un grosero pasajero estadounidense de casi 200 kilos la obligara a limpiar su trasero y luego “gimió de placer” mientras lo hacía.
Según la joven auxiliar de vuelo de apellido de Kuo, el gran cliente comenzó a exigir y pedirle a la tripulación que lo desnudara en el baño.
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El incidente ocurrió en un vuelo de EVA Air con destino de Los Ángeles a Taiwán.
Como explicó la azafata durante una ruedade prensa, la tripulación era toda femenina y tuvieron que ayudar al hombre a bajarse los pantalones porque amenazaba con “aliviarse” en el suelo.
“Le dije que no podíamos ayudarlo, pero comenzó a gritar. Me dijo que fuera allí de inmediato y amenazó con hacer todo en el suelo”, explicó Kuo.
“Como los genitales del pasajero estaban ahora expuestos, una de mis colegas trajo una manta, que usé para cubrir su modestia”.
“Pero él estaba muy enojado y me dio una palmada, diciendo que no lo quería y que solo quería que le quitara la ropa interior para poder usar el baño”.
Después de eso, el pasajero, que Kuo estimó que pesaba alrededor de 200 kilos, exigió a la azafata que le limpiara su parte trasera. Si bien Kuo no quería estar cerca del chico por otro segundo, ella aceptó de mala gana porque él se negaba a abandonar el baño.
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“Él dijo: Oh, mmm, más profundo, más profundo, y luego acusó a mi asistente principal de no limpiar adecuadamente su trasero, pidiéndole que lo volviera a hacer”, agregó Kuo.
Como también explicó la azafata, los problemas comenzaron tan pronto como el pasajero, que estaba en una silla de ruedas, se subió al avión.
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Al principio, el hombre exigió de forma grosera, que le asignaran dos asientos a pesar de haber pagado solo uno. Antes de hacer una escena y humillar a la tripulación, también exigió usar un baño de clase ejecutiva porque no “entraba” en el de clase económica.
Mientras EVA Air respondió al incidente con una declaración que decía que el personal no está obligado a aceptar demandas irrazonables, la Unión de Asistentes de Vuelo de Taoyuan, que respaldó a Kuo y sus compañeros de trabajo, argumentó que el problema es sistémico, diciendo que se origina en “La creencia” de los clientes de que las personas que trabajan en la industria de servicios deben aceptar todas sus solicitudes.
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