Guadalupe Ezeiza, de 10 años, fue encontrada asesinada y calcinada en la casa de su primo, de 22 años, quien confesó el crimen ante un familiar.
La madre de Guadalupe, denunció ante la policía de la ciudad de Lobos (Argentina), que su sobrino, Sergio Olivera, se había llevado a la niña para asistir a un cumpleaños con su hija, pero después de varias horas no habían regresado y no respondía los mensajes ni llamadas.
Al parecer, el hombre iba a buscar a su propia hija para llevarlas a ambas al cumpleaños, pero nunca lo hizo.
Familiares de la niña dijeron que “aparentemente era habitual que las dos niñas pasaran tiempo juntas pero no que Guadalupe se quedara a solas con su primo”.
Mientras la policía iniciaba la búsqueda de la niña, se supo que Olivera se presentó en la casa de un familiar y en medio de una crisis nerviosa confesó: “No la pude salvar”, le dijo, “Me mandé una cagada”.
Gracias a la “confesión” el cuerpo de la niña fue encontrado en casa de Olivera, lamentablemente con “signos de violencia y de incineración”.
El jefe de policías a cargo de la investigación señalo que al ingresar a la vivienda, hallaron el cadáver sentado contra una pared, sobre unas brasas.
Según el informe forense, a pesar de que Guadalupe presentaba fuertes traumatismos en el cráneo, no fueron los golpes los que la mataron, sino las quemaduras que sufrió.
Se determinó que Guadalupe sufrió graves quemaduras en sus órganos vitales y en la zona genital.
Sergio Ramón Oliveira, que practica boxeo y es primo de la Guadalupe, quedó detenido por feminicidio y fue declarado culpable.
El crimen de Guadalupe conmocionó a la comunidad de Lobos, donde viven unos 32 mil habitantes, quienes reclamaron justicia a través de las redes sociales.
No olvides COMPARTIR este artículo