A todos nos encantan las bebidas frías, o una lata de refresco de vez en cuando.
¿Pero podemos depender solo de este tipo de bebidas?
Jackie Page, una bisabuela, dice que comienza todos sus días con una lata de refresco y puede tomar hasta cuatro latas al día.
Jackie tiene 77 años y afirma que no ha estado bebiendo nada más que Pepsi durante los últimos 60 años.
Abrió su primera lata en 1954, cuando tenía solo 13 años y no ha mirado hacia atrás desde entonces.
E insiste en que siempre ha sido delgada, en forma y saludable a pesar de consumir el equivalente a tres millones de terrones de azúcar.
“No lo llamo una adicción. Es algo que me gusta y no puedo evitarlo si no me gusta nada más”, dice la ama de llaves jubilada y madre de cuatro.
“Algunas personas podrían pensar que es raro y que hoy en día no debería seguir tomando Pepsi. Pero no me importa y no me conformaré con nada más. No bebería agua, de ninguna manera. Ni siquiera si me estuviera muriendo. Y no voy a tomar té o café “.
Jackie reconoce su amor por el efervescente no ha tenido ningún efecto en su salud a lo largo de los años.
“Siempre he sido muy, muy delgada hasta hace unos cinco años, pero creo que es porque no soy tan activa como antes”, dice.
“Hasta los 60 años seguía bailando mucho y estaba en forma, pero no puedo salir a hacer eso ahora. Dicen que Pepsi es mala para tus dientes, pero yo soy un bebé en tiempos de guerra y no hay muchos de nosotros sin dientes podridos, así que no lo sabría”.
El deseo que la llevó a bajar más de 93.000 latas comenzó cuando era adolescente. Hasta entonces, su madre tuvo pesadillas intentando que bebiera cualquier otra cosa.
“No me gustaba la leche o el agua. Mi madre solía decir “tienes que beber algo”. Sé que solía darme limonada”, dice Jackie.
“No bebía para disfrutarlo. Hasta que probé la Pepsi, beber era algo que solo soportaba”.
Ella revela que la única interrupción de su pasión por Pepsi se produjo cuando estaba en el hospital dando a luz a sus cuatro hijos en los años sesenta porque fue expulsada de la sala de maternidad. “No me dejaron llevarla conmigo, así que tuve que irme”, dice Jackie.
“Pero he estado en el hospital desde entonces para algunas operaciones importantes y me permitieron tener una lata allí”.
“Para su disgusto, el personal incluso me permitió mantener mi Pepsi en el refrigerador de la cocina porque no tomaría nada más. Mis hijos solían venir a visitarme al hospital con suministros para que me mantuviera hidratada”.
Ahora, incluso sus 11 nietos y ocho bisnietos están bajo estrictas instrucciones de no beber sus provisiones cuando la visiten en su casa”.
Jackie, que una vez tuvo un perro llamado Pepsi y admite odiar a la marca rival Coca-Cola, dice: “Tomo una lata tan pronto como me levanto todos los días directamente del refrigerador”.
“Es como cuando alguien dice que quiere tomar una hermosa taza de té a primera hora de la mañana. Me tomo una lata encantadora de Pepsi”.
¿Puedes creer la historia y vida de esta señora?
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