Nadie debería acusar a una persona de una fechoría sin tener pruebas que demuestren la responsabilidad del presunto culpable.
Lamentablemente, para el anciano Gabriel Vieira da Cruz, quien vive en Alumínio, Brasil, su afición y amor hacia la jardinería le hizo pasar un momento amargo. Su historia se hizo viral y conmovió el corazón de miles de internautas.
Según Bianca Rodrigues, nieta de Gabriel, el ancianito de 79 años de edad ama salir por las mañanas a recorrer las calles de su vecindario. Hasta que un día, que parecía ser como cualquier otro, pasó frente a un establecimiento que tenía abierta la puerta de su garaje y ahí se encontraban diversos ramos de flores.
Sin pensar en la repercusión de la que creyó una inocente acción, Gabriel entró al garaje y tomó uno de los racimos para poder plantarlo en su casa. “Tomó una planta y regresó a casa, en silencio”, recuerda Bianca.
Ese mismo día que la pareja dueña del establecimiento llegó a casa del señor Gabriel, de la peor forma, para señalarlo y afirmar que había ido a su propiedad con toda la intención de cometer un acto injusto. De inmediato, el pánico se apoderó de Gabriel, temió que sería privado de la libertad por cometer una fechoría, pero en su interior sabía que había tomado la planta de forma inocente.
“Dijeron que había robado, que había ido allí con esa intención. En ese momento, mi abuelo se echó a llorar, estaba desesperado, porque pensó que había cometido un delito y lo capturarían”, afirmó la nieta.
Para solucionar la situación, el abuelo ofreció pagar por la planta que había tomado, con un costo de 4 dólares, pero la pareja afectada se negó porque creían que no tenía el dinero suficiente.
Al no poder llegar a ningún acuerdo con sus acusadores, Gabriel enfermó y tuvo que ser llevado de emergencia a un hospital. Fue desde ahí que su nieta compartió en redes sociales la historia de todo lo que había sucedido.
Miles fueron las personas indignadas con el momento que le hicieron pasar al señor Gabriel, así que decidieron llenarlo de obsequios: muchos ramos de las flores. Él no entendía qué sucedía, pero su familia le explicó que eran muestras de afecto de todas las personas que conocieron su historia.
“A veces, nos enojamos con cosas que nos ocurren, pero Dios encuentra la forma de mostrar que hay buenas personas y que el amor siempre tiene un espacio. En este caso, el amor vino con flores”, concluyó la nieta.
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