La pandemia no se detiene y sigue mostrando su alta letalidad, especialmente con los indefensos abuelos que luchan por mantenerse con vida.
Hace unos días unas desgarradoras fotos aparecieron en redes sociales, haciéndonos poner los pelos de punta ante la difícil situación que enfrentan los países que se están viendo rebasados por la contingencia.
En Brasil, uno de los países con más personas contagiadas y fallecimientos, unos pobres ancianos que se encontraban en el Hospital João Lúcio tuvieron la mala suerte de ser aislados en una habitación, junto al cuerpo de un paciente sin vida. Pese a la terrible experiencia, los abuelos se vieron forzados a compartir la habitación con la persona fallecida por más de 12 horas.
“Miren donde fue colocado mi padre aquí en João Lúcio. Y todavía hay un muerto aquí desde el amanecer. ¡Qué descuido!”, dijo Miriam Barros, hija de uno de los ancianos.
El viernes 18 de noviembre, el COVID-19 había acabado con la vida de más de 5.000 personas en todo el Amazonas y más de 500 seguían hospitalizadas. El hospital de referencia para pacientes contagiados, el Hospital Delphina Aziz, tenía ocupadas más del 85% de las camas de UCI.
Al ingresar a la unidad, el señor Olavo Barros se encontraba acostado en una camilla en el piso de la sala, detrás del cuerpo de un hombre que falleció en la mañana. Mientras que otras dos personas mayores con el virus también estaban en la escena.
“Cuando me encontré con eso, salí de la habitación y grité: ‘¡Saquen ese cuerpo de aquí. Mi padre está siendo tratado!’ Al amanecer el cuerpo estaba todavía en la habitación”, señaló Miriam. Una mujer de 87 años también fue ingresada en la habitación, pero la familia decidió sacarla de la unidad luego de verla en un sillón improvisado, a modo de camilla, y sin ayuda.
“Se cayó 2 veces de la camilla y tuvimos que llamar a los enfermeros para que vinieran a ayudarla. Su hija tomó la muñeca de su madre y dijo que no iba a dejar que muriera allí”, dijo Miriam.
Según los familiares, tras las acusaciones, Olavo y otra persona mayor fueron llevados a una sala improvisada para ayudar a los pacientes con el virus. Mientras que en el sitio web de la Secretaría de Salud del Estado (SES-AM), afirmaba que el Hospital João Lúcio no contaba con camas disponibles para recibir más pacientes.
Mediante un comunicado, el Departamento de Salud del Estado lamentó lo ocurrido e informó que investigará la situación para comprobar las responsabilidades. La terrible experiencia ocasionó que el padre de Miriam, Olavo Barros, de 90 años, falleciera tan solo horas más tarde.
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