Un ruso desenterró los cadáveres de varias niñas para momificarlas, vestirlas y maquillarlas como muñecas.

Anatoly Moskvin, de 52 años de edad, admitió los horribles crímenes frente a un tribunal, en donde acusó a los angustiados padres de “abandonar a sus hijas”, afirmando que por eso las llevó a casa y las calentó. Moskvin, un historiador altamente educado y experto en cementerios, momificó los cadáveres para después vestirlos con medias, ropa de niña, botas. Incluso, las maquilló para que parecieran muñecas.

La policía encontró macabros detalles. Dentro de algunos cadáveres colocó cajas de música entre sus costillas y el cumpleaños de todas sus víctimas estaba marcado dentro de su dormitorio. Cuando el caso llegó a la policía y el hombre fue detenido, había pasado nueve años con los restos de Olga, una niña que había sido asesinada en el 2002 con tan solo 10 años.

La madre de Olga, Natalia Chardymova, visitó la tumba de su hija con frecuencia durante años sin imaginar que estaba vacía. Moskvin reconoció entre 2011, año en que fue detenido, y 2013 al menos 40 cargos por profanación de tumbas y cadáveres de niñas, que fallecieron con edades de entre 3 y 12 años. Sin embargo, tras ser diagnosticado con esquizofrenia, no pudo ser juzgado y fue enviado a una clínica psiquiátrica segura.

Entre los argumentos que dio para justificar su crimen, el hombre afirmó que estaba esperando que la ciencia encontrara la forma de que estas niñas volvieran a vivir.  Ahora se espera que un tribunal falle sobre una solicitud oficial de psiquiatras para que lo liberen del hospital y continúe su tratamiento en casa, la misma en donde tenía a las muñecas. Su liberación podría ser en los próximos días.

La inesperada noticia enfureció a algunos padres de las niñas muertas, como es el caso de Natalia, quien se mostró consternada al escuchar la noticia. “Me estremezco al pensar que tendrá la libertad de ir donde quiere”, dijo recordando que el mismo advirtió que al ser liberado intentaría volver con “sus niñas”.

Todos los cadáveres los mantuvo por años en su habitación, en el mismo piso que compartía con sus padres y sin que ellos imaginaran lo que sucedía.

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