Adam Walker, de 32 años de edad, de Tennessee, se cambió de género luego de dar a luz a sus hijos, afirma que siendo un hombre transgénero es un mejor padre, aunque admite que a ellos les costó acostumbrarse a llamarlo papá.
Adam comentó que lograr que ambos hijos lo llamaran “papá” fue inicialmente un desafío, confiesa que su familia lo rechazó luego de salir del armario.
“Recuerdo haberle dicho a James cuando tenía 7 años que iba a ser un hombre”.
Al que más le costó entender todo este proceso fue a James, su hijo mayor, quien tiene 10 años de edad, porque recordaba a su madre, y le decía que no podía ser un hombre, a diferencia del más pequeño, Lincoln que ahora tiene 5 años.“Ambos tardaron más de dos años en llamarme ‘papá’.
Seguí corrigiéndolos desde noviembre del 2017 hasta febrero del 2020”.Lincoln empezó a decir “papá” y James lo copió luego de un par de semanas de refuerzo.
“Odiaba cuando me llamaban mamá. Era tan incómodo porque la gente solía mirarme”. Este tecnólogo quirúrgico se sometió a una “cirugía superior”, para crear un tórax de contorno masculino con una mastectomía doble con injertos de pezón en el año 2019.“Crecí aislado y quiero que mis hijos conozcan diferentes géneros, orientaciones y, sobre todo, la aceptación”. Adam reconoce que la decisión de hacer la transición de género puso a prueba su relación con James, sin embargo, cree que él preferiría tener un padre feliz que una madre viviendo en una mentira. “Todavía soy un ser humano con sentimientos y solo estoy tratando de criar bien a mis hijos”.
Relató que creció en una familia religiosa y se le enseñó que la homosexualidad era un pecado por lo que siempre se cohibió de hablar de su condición. Se sentía muy mal como mujer, luego de la separación con su ex marido una relación con otra mujer le hizo confirmar su identidad y orientación, y empezó a usar ropa masculina en el año 2016, cuando realmente comenzó su cambio.
“A pesar de tener relaciones con hombres jamás me atrajeron y fue cuando comencé a sentir que algo andaba mal conmigo”. Adam se vio obligado a decirle a sus colegas la decisión que había tomado, porque su voz estaba cambiando y no podía seguir manteniendo la versión de que estaba enfermo por mucho más tiempo. “Sí, tengo cicatrices, pero no me importa”.
Adam dice que ha sido un camino difícil, sin embargo, no lo cambiaría por nada. Llegó a la conclusión de que Dios lo hizo así por una razón, y ahora abraza su nueva vida.
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