Su mujer lo abandonó, él se quedó viviendo con su hija que era su “motor de vida”, su razón de ser.
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Un día la pequeña enfermó, su padre le dio atención médica sin importarle los costos, pero desgraciadamente su hija empeoró hasta que falleció.
El padre cayó en una profunda depresión, se encerró en su casa, no quería saber del mundo.
© PixabayPero una noche tuvo un sueño revelador.
Él, se encontraba en cielo presenciando un desfile de ángeles, todos se encaminaban hacía un trono.
Todos los ángeles llevaban una vela prendida, menos uno. El hombre se acercó y se dio cuenta que era su hija.
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Él preguntó por qué su vela estaba apagada, ella le contestó que varias veces se la habían encendido pero que sus lágrimas la apagaban.
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Cuando el hombre despertó decidió salir de su casa, volver a tomar las riendas de su vida, sabía que con llorar no lograría recuperar a su pequeña hija y que tal vez, sus lágrimas no dejaban su eterno descanso.
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