Cuando a la hermana Francisca le solicitaron que se hiciera cargo de alimentar al grupo de hombres que harían reparaciones en el convento donde estaba, en pleno corazón de Santiago de Chile, no tenía idea de cómo cambiaría esto su vida.
Francisca lo resume en tres palabras: “Comenzó mi calvario”. La madre superiora había autorizado que una cuadrilla de hombres se quedara a dormir en el convento para efectuar los trabajos.
La hermana se hizo cargo de ellos. Sin embargo, un día y aprovechándose de que no se sentía bien, según cuenta la religiosa, uno de los hombres, Hernán Ríos Valdivia, la llevó a una habitación y la violó. Fue “un golpe horrible que cambió mi vida”, asegura.
Traumatizada y por miedo a que nadie le creyera, la hermana Francisca no contó lo sucedido. “Una como mujer se siente incapaz de hablarlo, por miedo a que no te crean o te amenacen. Y preferí callarme”, comenta.
Sin embargo, tres meses más tarde, descubrió que estaba embarazada. Y el convento no lo tomó nada bien. “Me calumniaron, dijeron que yo era culpable, que yo lo hice a propósito”, cuenta la monja.
“Supliqué y les dije que era inocente. Mis hermanas fueron muy crueles conmigo”. Desde ese momento la encargada del convento empezó a perseguirla para que dejara el hábito y firmara su renuncia “voluntaria” a la orden. No obstante, Francisca se negó rotundamente.
Como nadie creyó su historia e incluso la acusaron falsamente de robo, según su testimonio, Francisca decidió dejar el convento. Con la ayuda de fundaciones que la ampararon, Francisca dio en adopción al bebé y denunció lo sucedido ante la Justicia. En noviembre, Ríos Valdivia fue condenado por violación. No obstante, la hermana Francisca todavía no puede dormir tranquila.
“He tenido que callarme, que disimular que todo estaba bien, tuve que tragarme mis propias lágrimas, he tenido que ocultar cosas que me aterran”, comenta.
Francisca culpa a una institución que ella consideraba su única familia y que la abandonó: “La Iglesia, a la que he defendido siempre como una leona”. Por eso, Francisca puso una demanda al arzobispado de Santiago y a las hermanas clarisas capuchinas.
El arzobispado niega que el actual cardenal Ricardo Ezzati estuviera al tanto de lo sucedido. “El obispo no se entera mucho de los detalles de la vida interna y cotidiana de las monjas”, asegura Jorge Concha, obispo auxiliar de Santiago.
Desde la sede principal de la Iglesia Católica en Chile, aseguran que se enteraron del hecho cuando les notificaron la demanda y que jamás fueron informados con antelación ni por la afectada, ni por la madre superiora. No obstante, Francisca duda de esa versión.
Asegura que incluso abogados del arzobispado, que le mandaron “saludos del cardenal”, la visitaron previamente junto a “sus hermanas” para hablar de su renuncia. “Me sentí muy intimidada”, dice la religiosa. En el Vaticano, no han hecho comentarios sobre el caso.
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