Cuando somos niños y nos tratan como a un frágil florero de cristal, nuestra infancia acaba bastante rápido. Pero en los adultos, por desgracia, aplican otras reglas: con el paso del tiempo entendemos que en gran medida los únicos interesados en lo que necesitamos “somos nosotros mismos”. Nadie está obligado a tomarnos de la mano, a darnos su hombro en un momento difícil o acariciarnos la cabeza por hacer buenas acciones. E incluso hay personas mucho mejores, inteligentes y atractivas.
Smalljoys se atrevió a recopilar simples verdades que todos aprendemos tarde o temprano sobre la cruda realidad.
1. Sacrificarse por los demás no tiene ningún sentido
¿Has escuchado la frase “Yo hago todo por ti y tú no lo valoras”? Por lo general, junto con ella sigue la fría respuesta: “¿Y quién te ha pedido que lo hagas?”.
Vamos a ser honestos: nuestros sacrificios no son necesarios para las personas de nuestro alrededor. Frecuentemente ellos se sienten incómodos o enojados debido a una obsesión ajena. Probablemente, la excepción puede ser una conducta codependiente, cuando ambas personas en el fondo del alma reciben cierto placer de tal relación.
2. A ninguno de nosotros le pondrán un monumento en el trabajo
Como dicen, el burro fue el que más trabajó en la granja pero nunca se convirtió en el jefe. Tarde o temprano te encontrarás frente a frente con una verdad desagradable: los directivos y colegas entenderán que estás listo para esforzarte demasiado en absolutamente cualquier trabajo. Y en el momento en que estés arruinando tu salud por una ardua carga, ellos con toda tranquilidad estarán sentados viendo sus redes sociales o haciendo chismorreos por otra taza de café. ¿O esperabas que tu adorable jefe todo el tiempo te estuviera felicitando, como la profesora del jardín de niños?
3. La positividad corporal no tiene que ver con la ausencia de auto cuidado
Axilas sin rasurar, uñas rota o el rechazo de medios higiénicos te darán rápidamente el título de una persona desagradable en lugar considerarte como un partidario de la positividad corporal. Aun así, el pensamiento principal de este movimiento reside en una relación de respeto hacia otras personas y la aceptación de la apariencia propia y la ajena (por ejemplo, la estructura natural del cuerpo o las consecuencias de operaciones).
Pero detrás de las fuertes declaraciones del tipo “adoro todos mis kilitos” frecuentemente se oculta la pereza, el no querer ir al gimnasio y una actitud irresponsable hacia la propia salud.
4. La apariencia tiene importancia
Puedes hablar cuanto quieras sobre la riqueza de tu mundo interior y la belleza de tu alma. Pero nadie ha revocado el refrán “Como te ven, te tratan”. En las entrevistas de trabajo no solo valoran las habilidades profesionales, sino también la apariencia del candidato y la capacidad de poder comunicarse con otras personas. Sí y en una cita romántica tendrá más oportunidad una persona en que se ve bien y segura de sí misma que un tímido desaliñado.
5. Ser una buena persona no es una profesión
En el trabajo no están obligados a tolerarte solo por tener unos ojos bonitos. O porque tienes tres hijos, una hipoteca, 4 créditos y una mamá enferma. En primer lugar, los jefes siempre estarán interesados en los resultados de tu trabajo. Si no le traes un beneficio a la organización, entonces tienes que estar consciente de que en cualquier momento puede llegar a tu lugar un trabajador más enérgico y eficiente.
6. Mamá no siempre tiene la razón
Con el tiempo dejamos de tomar en cuenta las palabras y conductas de nuestros padres como una verdad en última instancia. En lugar del entusiasmo infantil llega la comprensión de que mamá y papá son personas normales. Ellos tienen sus defectos, hábitos cotidianos no necesariamente agradables y sus criterios no siempre son inteligentes y correctos. Además, ellos pudieron haber cometido muchos errores durante tu crianza. Es triste, pero nuestros hijos tarde o temprano tendrán que decepcionarse un poco de nosotros.
7. Tendrás que aprender hasta que te retires; o incluso más
Las tecnologías modernas se desarrollan con tal velocidad que tal vez en 10-15 años tu profesión ya no exista. Lo que significa que siempre se tiene que estar preparado para dominar nuevas esferas de trabajo. O, en su caso, aumentar constantemente la cualificación y convertirte en una “pieza” única e irrepetible, es decir, un especialista en el sector de la industria.
8. Si nunca vas, algún día dejarán de invitarte
El truco de “me voy a hacer a un lado, pondré cara de ofendido y todos correrán para invitarme a jugar” solo funciona en el jardín de niños. En la vida adulta hay pocos a los que les interesa jugar a la persecución eterna. Tarde o temprano te encontrarás con una situación en la que se olvidarán de ti. O simplemente pensarán que no estás interesado en ellos.
9. Los “cursos de autoconfianza” no funcionan
No tiene sentido dibujar las “tarjetas de deseos”, visualizar los objetivos, pegar en una hoja una hermosa casa, una playa con palmeras y autos lujosos. Todas estas cosas no funcionan hasta el momento en que empiezas a trabajar activamente en lo deseado. Además, tales cursos son peligrosos porque a menudo se te enseña a manipular a otras personas.
Después de cursos de ligar, los hombres podrán comenzar a coleccionar victorias de amor, pero al mismo tiempo se sentirán solos. Y las víctimas de los “cursos de feminidad” son engañadas con el supuesto de que, después de completarlo, su cónyuge rápidamente se levantará del sofá y comenzará a ganar millones.
10. Lo siento, pero tú no eres el centro del universo
¿Te hiciste una hermosa manicura de otro mundo y tus colegas no la admiraron lo suficiente? ¿Gastaste la mitad de tu sueldo en un nuevo traje y nadie lo apreció? Es mejor que tú mismo recuerdes cuándo fue la última vez que te alegraste sinceramente porque alguno de tus conocidos adquirió algo nuevo. Sin embargo, hay una buena noticia: muy pocas personas notarán unas medias rotas o un agujero en el dedo del calcetín. Por supuesto, si tú mismo no realizas un drama teatral o atraes la atención hacia ello.
11. Lo que eres ahora es tu propia elección
En realidad, esto es muy sencillo. La única persona que responde por tus acciones eres tú mismo. Si no sabes inglés, quiere decir que tú no lo has aprendido. Si tu jefe te grita, significa que tú mismo se lo permites. Nadie es culpable por el hecho de que no lograste terminar la universidad, no te arriesgaste a mudarte de ciudad o contraer matrimonio “porque así sucedieron las cosas”.
12. Siempre hay alguien mejor, más inteligente y más joven
El golpe más doloroso para la autoestima es probablemente cuando entendemos que en este mundo hay personas mucho mejores que nosotros. Sí, podemos coquetear y tratar de ser “eternamente jóvenes”, pero las arrugas comenzarán a ser visibles con cada año que agregamos a nuestra edad y la caminata será cada vez más difícil. Los hombres comenzarán a esconder la calvicie emergente y “meter” la barriga, las mujeres aprenderán a atar un pañuelo de forma artística ocultando una piel que ha dejado de ser joven.
Solamente queda aceptar el hecho y tranquilizarnos porque cada persona es única a su manera. A ti te gusta ser único y especial, ¿cierto?
¿Consideras que estas realidades son ciertas? ¿O estás dispuesto a debatir con nosotros?
Bonus: 10 Mitos (y una verdad) del tiempo de las abuelas
1. Tener plantas en tu habitación acaba con el oxígeno en la noche
MITO. Los ancianos acostumbran afirmar que las plantas te “roban” el oxígeno en la noche, y quien está durmiendo en el cuarto puede acabar sofocado. En la revista Superinteressante, el botánico Gilberto Kerbauy, profesor de la USP, dio su opinión definitiva sobre este asunto: “Si fuera verdad, no habría un solo indio en la Amazonia”. Las plantas consumen oxígeno de noche, pero la cantidad es pequeña, menor que la que consume el perro o el gato que también duerme en tu habitación.
2. Leer en la oscuridad perjudica tu vista
MITO. Lo máximo que te puede pasar es que te dé un leve dolor de cabeza debido al esfuerzo al que sometes tu vista. Dicho esto, no existe ningún estudio o relato que demuestre la pérdida de la capacidad de visión por leer cuando la luminosidad es baja. Este mito se debe probablemente al hecho de que nuestros antepasados no tenían buena luz en sus casas, y tal vez quedaron ciegos o su visión quedó muy afectada por esta razón, ¿no te parece?
3. No se debe despertar a un sonámbulo
MITO. Ya hemos escuchado esta muchas veces. Según la historia, pueden sucederle cosas muy malas a una persona sonámbula si la despertamos en una de estas crisis. Esto no tiene sentido. La persona puede sentirse desorientada o llevarse un gran susto, pero no sufrirá un infarto ni un AVC, como la gente dice. Incluso hay quienes recomiendan llevar simplemente al sonámbulo de vuelta a su cama, pues de lo contrario se puede lastimar o caer.
4. Si te tragas un chicle, este se pega en el estómago
MITO. El ingrediente principal del chicle es una base de goma usada también en la fabricación de neumáticos. Hay que decir que, para tu organismo, este ingrediente es particularmente difícil de procesar y eliminar. Sin embargo, esto no quiere decir que se quedará años pegado en tu estómago o en tu corazón (¡!) como cuentan algunas leyendas. En algún momento encontrará la manera de salir. Pero, ¿para qué tragarse un chicle? Si lo puedes evitar, no lo tragues. Lo mejor que puedes hacer es tirarlo a la basura cuando te canses de mascar.
5. Soplar una herida alivia el dolor
MITO. La abuela soplaba sobre la herida de sus nietecitos con la mejor de las intenciones, pues según ella esta era una forma de aliviar el dolor tras una fuerte caída en el parque. ¡No hay nada que pueda reemplazar el cariño de una persona que nos ama! Pero además de no aliviar el dolor, el hecho de soplar sobre una herida puede ser peligroso, ya que nuestra boca está llena de bacterias que van a ir a parar directo a la lesión, aumentando el riesgo de una infección. Es mejor darle a nuestro bebé un abrazo, un beso… ¡y no soplar!
6. Caminar descalzo sobre el piso helado provoca resfriado
MITO. No solo pisar el suelo helado. También nos han dicho que es peligroso abrir la nevera cuando estamos acalorados y otras cosas parecidas. Todas estas afirmaciones no son más que leyendas. “Los resfriados y las gripes son provocados por virus, sin no hay virus, el frío no te puede enfermar”, afirma el doctor Drauzio Varella: “¿Alguna vez has pensado qué harían los habitantes de Canadá o Noruega?”.
7. Tomar agua con azúcar te puede calmar después de pasar un susto
MITO. El azúcar provoca liberación de serotonina, y esta nos da una sensación de bienestar. Pero eso no sucede instantáneamente. Si crees que el agua con azúcar es un buen remedio para quien pasa por un susto o una situación de estrés, debes saber que no te servirá de nada. En cambio, un té calmante, de manzanilla por ejemplo, o un jugo de maracuyá serán más eficientes.
8. Consumir mango con leche es malo para la salud
MITO. Según la nutricionista Anita Sachs, de la Universidad Federal de São Paulo (UNIFESP), esta historia data de la historia colonial de Brasil, cuando la leche era un producto muy costoso y difícil de conseguir. Con el fin de que los esclavos no consumieran el líquido tan preciado, los ricos de la época, muchos de ellos dueños ingeniosos, extendieron el rumor. De esta manera, los mangos, que abundaban en los jardines, eran exclusivamente para consumo de los ricos.
9. Comer semillas puede causar apendicitis
MITO. La inflamación en el apéndice, que es una prolongación del intestino, es causada por su obstrucción debido al exceso de moco, y no por las semillas o restos de comida que allí se acumulan. Hay quienes creen que si tragas una semilla, una planta puede brotar dentro de tu cuerpo. ¡Cuánta creatividad!
10. Nadar después de comer es peligroso
VERDAD. Todos los niños han pasado por la interminable espera de dos o tres horas después del almuerzo para poder entrar de nuevo en la piscina. Sin embargo, los adultos que “inventaron” esta regla tenían razón. Para hacer el trabajo de digestión, nuestro cuerpo necesita sangre. Cuando iniciamos una actividad física, la sangre es desplazada en buena parte hacia los músculos, perjudicando la digestión y provocando mareo, reflujo, e incluso vómito. Así pues, después de comer, ni hablar de realizar actividades físicas.
Bueno, y ahora confiesa: ¿en cuál de estos mitos creías hasta hoy? ¿Conoces otros? ¡Compártelos con nosotros en los comentarios!